miércoles, 22 de abril de 2015

QUE TE DÉ LAS NALGAS... DE POLÍTICA Y COSAS PEORES



MARAVILLOSA PARÁBOLA DE DON ARMANDO FUENTES, ¨CATÓN¨. PARTE DE SU COLUMNA, DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

El cuento que descorre hoy el telón de esta columnejilla contiene la palabra "nalgas". Reconozco que en vez de ese vocablo pude usar un eufemismo: glúteos, ancas, grupa -en uno de sus poemas Ramón López Velarde alude a "la grupa bisiesta"-, antifonario, asentaderas, cachas, posaderas, tafanario o traspuntín, cuando no la cursi y chabacana palabreja "pompis". Pero ninguno de esos vocablos tiene la potencia de aquel que dije: "nalgas", razón por la cual lo uso. Igual que los seres y las cosas cada palabra tiene su lugar en el universo. Además el narrador de chistes debe cuidar que el punch line de los suyos, o sea su remate, posea en verdad punch, si me es permitido el uso de tales anglicismos. Para eso le será útil le lectura del gran cuentista O. Henry, maestro de los finales inesperados. Pero veo que me estoy alargando en la presentación del cuento. Voy él. Una compañía de teatro itinerante llegó a un pequeño pueblo. Iba a representar una alta comedia -así decía el programa- llamada "Astolfo y Analisa" o "Amor más allá de la muerte", obra del propio director del grupo. En la función de estreno la carpa se llenó de un público silvestre que nunca había asistido a una representación teatral. El primer acto transcurrió sin contratiempos; la gente seguía con interés el desarrollo de la trama. Pero llegó la escena culminante del poderoso drama. Astolfo, ardiente galán, le reclama con vehemencia a Analisa, doncella pudorosa, su falta de pasión. Ella, desesperada al oír aquel reproche de su amado, profiere con clamoroso acento: "¡Astolfo! ¡Te he dado mi vida! ¡Te he dado mi amor! ¡Te he dado mi corazón! ¿Qué más quieres que te dé?". Desde el fondo de la carpa se oyó el grito de un pelado: "¡Dile que te dé las nalgas!". Una estruendosa carcajada selló aquella incivil procacidad, a la que siguieron gritos chocarreros y festivas palmas. La representación se interrumpió. La damita joven se echó a llorar desconsoladamente; el galán esgrimía, iracundo, el puño contra el majadero; entre bambalinas doña Sara Bernárdez, actriz de carácter, le reclamaba al director del grupo haberlos llevado a esa "aldea de hotentotes". El jefe de la compañía tuvo que salir a escena a suplicar al culto y exigente público que se abstuviera de hacer demostraciones ofensivas, por respeto a los actores y gentiles actricitas que lo habían dejado todo: fortuna, hogar, familia, para llevar a esa hermosa ciudad un mensaje de cultura y civilización. A duras penas la función pudo seguir hasta su desairado final. A la mañana siguiente el director se apersonó ante el alcalde del lugar, un hirsuto señor de nombre don Mercurio. Le contó lo que había sucedido el día anterior y le pidió que hiciera algo para evitar que en la representación de esa noche volviera a acontecer lo mismo. El munícipe le prometió que por sus propios pies iría a la función, y que él mismo se encargaría de imponer respeto. En efecto, esa noche el edil llegó a la carpa y ocupó con su frondosa cónyuge sendos asientos de primera fila. Empezó la función. Por la presencia de la primera autoridad del pueblo la gente guardaba un silencio respetuoso. Llegó la escena culminante. Con emotivo acento le dijo Analisa a su enamorado: "¡Astolfo! ¡Te he dado mi vida! ¡Te he dado mi amor! ¡Te he dado mi corazón! ¿Qué más quieres que te dé?". Se puso en pie el alcalde, se volvió hacia el público, y al tiempo que esgrimía una pistola gritó con voz de trueno: "¡El que diga que le dé las nalgas se las va a ver conmigo!". Igual debería decir el Instituto Nacional Electoral: "El que viole la ley se las va a ver conmigo". No lo dice por la sencilla razón de que ya no es un organismo de los ciudadanos, sino de los partidos. El mal llamado Verde Ecologista viola cínicamente, cotidianamente, la ley electoral, y el organismo encargado de hacerla cumplir no le impone el castigo previsto por la legislación de la materia, o sea la pérdida de su registro, y ni siquiera le hace una advertencia en tal sentido. Sólo le aplica moderadas multas que ese indecente grupo paga riéndose, como si con eso comprara un permiso para cometer la siguiente ilegalidad. El Instituto de marras se ha convertido ya en la carabina de Ambrosio, dicho sea con el perdón de Ambrosio. FIN.

martes, 14 de abril de 2015

MAQUIAVÉLICA REALIDAD ATEMPORAL DEL MEXICANO

FRAGMENTO DE ¨EL PRÍNCIPE¨
DE NICOLÁS MAQUIAVELO

UNA CLARA IDEA DE LO ATEMPORAL DE LAS TEORÍAS MAQUIAVÉLICAS Y SU APLICACIÓN ASOCIATIVA CON LA FUNESTA REALIDAD MEXICANA. NUESTRO GOBIERNO VA DEGENERANDO Y LA OLIGARQUÍA QUE NOS GOBIERNA, TARDE QUE TEMPRANO HA DE CAER, YA SEA POR MEDIO DE LA INSIPIENTE DEMOCRACIA FALSA QUE TENEMOS O, MÁS SEGURAMENTE, POR MEDIO DE UN LEVANTAMIENTO ARMADO DE UN PUEBLO QUE TIENDE A DESPERTAR AGOBIADO POR LOS ABUSOS INTERMINABLES DE LOS GOBERNANTES TIRÁNICOS.

LIBRO VIII

Los regímenes políticos de La República. Intenta Platón probar mediante los distintos regímenes políticos que reconoce que aquellos que no descansan en la justicia son tanto mas defectuosos cuanto mas se alejan del buen gobierno que es uno.

Dice que existen cinco formas de gobierno Aristocracia, Timocracia, Oligarquía, Democracia y Tiranía. A cada forma de gobierno corresponde un carácter distinto. El primero seria el de hombre justo , siguiendo el hombre timocratico, el hombre oligárquico, el hombre democrático y por fin el tirano.

Según Platón, el origen de la degeneración de los gobiernos tiene dos causas el carácter mudable de las cosas humanas y la falta por parte de los gobernantes contra los gobernados, por ejemplo que por un error de calculo los magistrados ordenan la celebración de los matrimonios fuera de tiempo con lo que nacerá una generación mal dotada e inferior a la precedente. El hierro se mezcla con la plata, el bronce y el oro, resultado una mezcla sin armonía y sin separación entre las razas superiores y las inferiores. La inevitable revolución hará cambiar el estado aristocrático al gobierno timocratico. Las consecuencias será una progresiva degeneración de la jerarquía de las clases, el decratico de los mas dignos y la sustitución del amor a la ciencia y la paz por la política y la guerra.

La timocracia arrastrada por la corrupción se tomara en oligarquía donde los ciudadanos de mayor poder económico someterán a los mas pobres los cuales no tendrán ninguna participación en dicho Estado. Se sustituirá el amor por el amor la riqueza a lo que derivara a l otro tipo de gobierno similar a la timocracia que es una oligarquía, donde la clase poderosa también es la mayor riqueza, pero aun interior en número a la timocracia. La enorme diferencia cuantitativa entre los ricos y los pobres, que sigue siendo la clase mas desprotegida y sometida, llevara inexcusablemente a la revolución de los últimos, por ser ellos los mas fuertes en número una vez superado el miedo que la contenía. De esta manera se establecerá la democracia. Esta basada en el principio mas seductor de todos, cual es la libertad. Esa libertad, lleva a sus últimos términos degenerarían en servidumbre, según Platón . Se basa en que debido a que todo el mundo hace lo que se le antoja, sin ninguna medida, nadie tiene obligaciones de aceptar ningún cargo si no lo desea, ni dejarse gobernar los penados son libres y, en fin, el capricho se constituye en ley universal. Es un gobierno en el que nadie manda y que ha encontrado el medio de establecer la igualdad así entre as cosas desiguales como entre las iguales.

Que por su principio la libertad, la democracia derivan en servidumbre lo explica Platón aduciendo que las tres clases de hombres que componen este régimen (hombres ricos, pueblo, demagogos), es el tercero el que, desocupado y ambicioso, excita al pueblo contra los ricos provocando conspiraciones y una vez convencido el pueblo de ello, el mas hábil o atrevido se erige en protector de la democracia y el pueblo. Ya tenemos, pues al tirano en su lugar de poder. Unicamente le resta rodearse de una serie de malvados como el y, mediante sucesivos engaños el pueblo, apoderarse del poder absoluto y de todas las riquezas y dignidades que pueda.